Nancy Miriam Méndez Castañeda
Desde hace 36 años vive del vuelo de colores y formas que flotan en el aire.
Al igual que sus padres y abuelos, en una herencia y tradición familiar Esther Yáññez García es globera en el Distrito Federal y el Estado de México.
"Vamos entre las calles y cambiando de calles para vender, luego andamos en el sol bien fuerte", dice.
Con el inicio de las grandes peregrinaciones, los globeros trabajan cerca para vender sus figuras de colores plateados, sólidos y algunos con imágenes y leyendas diversas, según la época del año.
"Son unas cosas sencillas, pero entretiene a los bebés y a los niños, hasta a los adultos que les gusta alguno y lo compran", comenta, "ahorita están de moda los animalitos, Piolín vestido de Santa Claus y otros".
Aunque no sabe leer y escribir, Esther es diseñadora de formas y colores, así como de impresiones en los globos que vende. Además realiza arreglos para cualquier tipo de fiesta.
"Ahorita no gano mucho, ¿qué será? De unos tres años para acá si han decaído mucho la venta, este año es el más difícil para nosotros porque, por decir, los padres le compran algo útil a su niño en lugar de un globo en Navidad", explica.
Su jornada comienza desde las nueve o diez de la mañana, y la venta más fuerte es a la hora de la comida. De su muñeca sale una pulsera de hilo de donde penden los globos que venderá en el día.
"Un globo con figura cuesta más o menos 15 pesos, por la impresión, el hilo y el gas, y los plateados son más caros de 20 a 25 pesos.
"A veces nos podemos ganar entre 100, 150 ó 200 pesos al día", cuenta, "hay veces que salimos a la calle y vendemos dos o tres globos ! en todo el día. Caminamos y caminamos colonias y luego no vendemos lo que tenemos que vender, la situación está crítica", expresa.
Esther está separada de su esposo desde hace 20 años. Es madre de cinco hijos que sobrevivieron gracias al vuelo de un globo.
"Yo lo trabajo diario, ese es mi trabajo y con ello he salido adelante con mis hijos, porque desde chica, desde los ocho años, me gusta divertir a los niños", dice.
Sus hijos no se dedican a la venta de globos, pues ya se casaron y mucho estudiaron una profesión.
"Toda mi familia era globera y ya le conozco el trabajo, pero es una tradición que se ha ido perdiendo, porque antes éramos entre estado y Distrito como unos dos mil globeros, ahorita ya no llegamos ni a mil", agrega.
Esther, robusta y de tez morena expresa que los globeros están olvidados, pues muchos trabajan sin permisos para vender y la policía consigna sus productos.
"Para ser globero se necesito ! permiso de la delegación para vender, sino, nos consideran como ambulantes y nos quitan la mercancía y no les importa que tengamos que mantener o no mantener a nuestra familia".
Esther dice que la población está pasando por una situación económica y moral difícil.
"Moralmente, porque hay mucha delincuencia, muchos adictos, niños abandonados, muchas cosas", cuenta, "a mi en lo personal hace como tres años, yo padecí de un asalto donde me secuestraron y me amarraron y me quemaron mi casa y ahora ya lo voy superando".
Su actividad de globera y la pobreza no salvaron de la delincuencia y por días fue secuestrada, aunque no pidieron rescate alguno.
"Nunca supe por qué, después me mandaron un anónimo que si yo denunciaba o decía algo a mi familia le iban a hacer algo.
"Vives con el miedo de que alguna persona te vuelva a hacer los mismo, o peor o te desaparezca, me dejaron así como estoy, sin nada", platica con los ojos llorosos y señalando su blusa y falda puestas.
Esther agrega que lo que prometen los presidentes de que hay ayuda y trabajo es algo que ella nunca ha visto.
"Cuando buscas trabajo te lo quitan porque no tienes papeles de la escuela, entonces no tienes eso, ni lo otro que ofrecen", dice, "yo he buscado trabajo y hay veces que yo lavo y plancho, pero me mantengo de los globos.
Sentadas en las escaleras de la Basílica, mira el cielo y ve pasar los millones de globos que se va llevando el aire.