Yo, más que un signo, ¿cuál es mi significado?

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Lo sublime

domingo, octubre 30, 2005

Visita dragón chino a la Guadalupana

Crónica de una peregrinación
Por Nancy Miriam Méndez Castañeda
El dragón reposa a la entrada de la Basílica. La Guadalupana lo espera.
Su cabeza mira el umbral de la casa de la Virgen desde el suelo de la explanada.
Entre ambos, la Comunidad China comienza la danza de Tai Chi Chuan que busca la relajación. Son como 300 personas que logran su rutina bajo el sol de las 13:30 horas.
Tocan las campanadas de la iglesia, el dragón despierta.
Rodeado de gente, se levanta y contonea avanzando hacia las puertas principales que se abren. El sonido del tambor lo acompaña.
El dragón baila hacia el altar de la Virgen de Guadalupe y al llegar frente a ella se postra en símbolo de respeto.
"El día de hoy se postra frente a la Virgen para agradecer por un año más de vida y de unión", comenta Héctor Manuel Bravo, representante del Barrio Chino de la Ciudad de México.
Explica que la danza del dragón y el león significa espantar los malos espíritus para que haya buena suerte y prosperidad el año entrante.
"El león es abundancia y buena suerte igual que el dragón,así como se celebra en las fiestas del año nuevo chino, que en enero será el año del perro", platica, "venir aquí es una tradición de la cultura china como agradecimiento a la Virgen en este caso por una peregrinación más".
Algunas mujeres lucen vestidos tradicionales chinos, largos y descubriendo las piernas a los costados. Ante la espera de la misa, se cubren del sol con delicadas sombrillas rojas.
"La mayor parte de la gente que viene acá, ya es hijo de los hijos de los chinos", agrega Héctor, "ya muchos de ellos nacidos en México que conservan sus apellidos, pero que son más católicos y mexicanos que nada".
Esta es la 43 peregrinación de la Colonia China a la Basílica. Felipe Ham, mitad chino, mitad mexicano, es uno de sus organizadores.
"Ya mis padres, mi madre y mis abuelos era chinos, ya es segunda generación", cuenta Felipe, vestido de traje tradicional negro con costuras blancas, "pero nosotros ya somos más mexicanos que el nopal".
Felipe, de ojos rasgados y tez blanca, menciona que cada año, el último domingo de octubre, se realiza la peregrinación desde Peralvillo, donde empieza el baile del dragón hasta los pies del Cerro del Tepeyac.
"Ahorita tenemos poca gente, pero cada año venimos y participan ya nuestros hijos y hasta nietos también que siguen la tradición".
La misa da inicio. El dragón escucha atento.
El sacerdote agradece la visita de la Comunidad China de México por encontrar en ellos la amabilidad y el respeto al otro, expresión sencilla de amor a la Guadalupana.
"A través de la Colonia China presente en México, pienso en ese gran País que cuenta con un sexto de la población del mundo", añade el Padre, "gran reto para la evangelización en donde son pocos los católicos, y aunque tienen dificultades para unir su fe, esperemos que atraigan a muchos hacia la Iglesia".
La misa termina y la bendición cae sobre los colores vivos que cubren al dragón. Se levanta discreto y frente a su gente, en silencio, camina de regreso a su origen en el Barrio Chino.

Notas de noche de una reportera

14 de octubre
Desde que trabajo en el mundo de la información todo va rápido.
A veces es sentir el amanecer que viene y no verlo despegar, sólo mirar la noche que se esparció por el cielo.
No duermo, no como bien, a veces tampoco pienso bien.
Ya no juego con mis gatas como antes, ni las puedo ver dormitar.
Miro mi cuarto y aunque todo está igual, han aumentado los volúmenes de papel periódico que sé jamás terminaré de leer, pero con los que tengo un apego sentimental.
Soñar dormida es casi imposible, al menos que sea con "la de 8" o las entrevistas del día, y justo cuando sale mi imaginación, ahora tímida por las noches, vibra mi despertador en tonos de alguna canción hecha de "beeps".
Tampoco he tenido tiempo de soñar, pero lo que se dice soñar, aunque siento que se mueven y nadan en mi cabeza todas las ilusiones del mundo, cual fetos creciendo en la matriz para salir abruptamente.
Ahí está, toda yo ahí está, en mí, regocijándose de placer por tener creatividad, voluntad, fuerza. Pero mi cuerpo no opina igual.
Cuando viajo en el transporte veo todo diferente, intento verlo todo: los dormidos, las maquillistas, el pirata, al indígena o al libidinoso. Cuidarse de todos, sentir que se cuidan de mí.
Y todo es información. Como práctica, imagino que cuando aquella señora cayó en las escaleras, si ser tan grave, sólo un tropiezo, la entrada que podría llevar la "nota" que produjo.
Quizá sea Graciela Pérez García o una persona my importante, empleadora de todos los ambulantes del país. El "hecho" es el mismo: se tropezó en las escaleras, sin mayor percance que un raspón en la rodilla.
Lo recito en la voz alta de mi cerebro, que también coordina la bajada en la estación que viene.
A veces me siento insegura, pero siempre apasionada, además de que el sentido de responsabilidad me persigue y se mete a mi estómago como amiba.
Y en cualquier segundo de dispersión pienso en ti y automáticamente marco tu celular o envio un mensaje.
Somos tan modernos o tan salvajes en esta ciudad, que la pasión se desborda por vía telefónica, aunque mi corazón en la distancia hacia ti, me condena a seguir enamorada, a mirarte en mi cabeza, a estar contigo.
Y sin más, todos mis espacios de serenidad, fuera de lo agendado, me deslizan hacia ti, cubriéndote de abrazos amplios y cálidos, silenciosos.
La información se detiene, el día amanece, atardece, se llena de lluvia, sol, aire, amarillos rojos y un azulado cielo oscuro en que cantan los grillos.
Desde ti, nacen muchos de mis sueños, no los dormidos, los hablantes, los vivos.
Pequeñas burbujas que me envuelven en brisas y me hacen flotar.
Sin noticia, sin declaraciones, ni entrevistas.
Nada más nuestros silencios.
Y luego... un beso.