14 de octubre
Desde que trabajo en el mundo de la información todo va rápido.A veces es sentir el amanecer que viene y no verlo despegar, sólo mirar la noche que se esparció por el cielo.
No duermo, no como bien, a veces tampoco pienso bien.
Ya no juego con mis gatas como antes, ni las puedo ver dormitar.
Miro mi cuarto y aunque todo está igual, han aumentado los volúmenes de papel periódico que sé jamás terminaré de leer, pero con los que tengo un apego sentimental.
Soñar dormida es casi imposible, al menos que sea con "la de 8" o las entrevistas del día, y justo cuando sale mi imaginación, ahora tímida por las noches, vibra mi despertador en tonos de alguna canción hecha de "beeps".
Tampoco he tenido tiempo de soñar, pero lo que se dice soñar, aunque siento que se mueven y nadan en mi cabeza todas las ilusiones del mundo, cual fetos creciendo en la matriz para salir abruptamente.
Ahí está, toda yo ahí está, en mí, regocijándose de placer por tener creatividad, voluntad, fuerza. Pero mi cuerpo no opina igual.
Cuando viajo en el transporte veo todo diferente, intento verlo todo: los dormidos, las maquillistas, el pirata, al indígena o al libidinoso. Cuidarse de todos, sentir que se cuidan de mí.
Y todo es información. Como práctica, imagino que cuando aquella señora cayó en las escaleras, si ser tan grave, sólo un tropiezo, la entrada que podría llevar la "nota" que produjo.
Quizá sea Graciela Pérez García o una persona my importante, empleadora de todos los ambulantes del país. El "hecho" es el mismo: se tropezó en las escaleras, sin mayor percance que un raspón en la rodilla.
Lo recito en la voz alta de mi cerebro, que también coordina la bajada en la estación que viene.
A veces me siento insegura, pero siempre apasionada, además de que el sentido de responsabilidad me persigue y se mete a mi estómago como amiba.
Y en cualquier segundo de dispersión pienso en ti y automáticamente marco tu celular o envio un mensaje.
Somos tan modernos o tan salvajes en esta ciudad, que la pasión se desborda por vía telefónica, aunque mi corazón en la distancia hacia ti, me condena a seguir enamorada, a mirarte en mi cabeza, a estar contigo.
Y sin más, todos mis espacios de serenidad, fuera de lo agendado, me deslizan hacia ti, cubriéndote de abrazos amplios y cálidos, silenciosos.
La información se detiene, el día amanece, atardece, se llena de lluvia, sol, aire, amarillos rojos y un azulado cielo oscuro en que cantan los grillos.
Desde ti, nacen muchos de mis sueños, no los dormidos, los hablantes, los vivos.
Pequeñas burbujas que me envuelven en brisas y me hacen flotar.
Sin noticia, sin declaraciones, ni entrevistas.
Nada más nuestros silencios.
Y luego... un beso.
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