En vísperas del Día de Muertos
Testimonio
Por Nancy Miriam Méndez Castañeda
Las calabazas agonizan antes del Día de Muertos.
A un día de la entrada de las almas de los difuntos al mundo terrenal, los vivos no han comprado su calabaza.
Lo comerciantes de la Central de Abastos esperan la venta, pero pocos vienen. Las calabazas gordas y de color naranja reposan en las bodegas.
"La venta de calabaza está de la fregada", dice "El Chapis", vendedor de este ingrediente tradicional en Día de Muertos.
Este es el primer año que vende calabaza y la venta es austera.
"La chiquita es la que se vende más, es más comercial por el tamaño", comenta mientras mira los montones de frutas en la esquina del local.
Llega el camión desde Guanajuato y Efrén Torres, ayudante del "Chapis", espera que abra sus puertas. Son 18 toneladas de calabaza que esperan su turno de ser pesadas en las básculas para los mayoristas.
Eran 20, pero el sábado vendieron solamente dos.
Los ingresos serán de 50 mil pesos si la venta se consume, de lo contrario, los precios bajarán a partir del martes y algunas calabazas irán directo a la basura.
"Yo espero acabar de vender todo para el martes", continua "El Chapis", "aunque la venta ha bajado mucho, la gente no tiene dinero".
Subido en una báscula y viendo las luchas de rudos contra técnicos, comenta que los consumidores finales pagarán de cuatro a cinco pesos por kilo para preservar la tradición .
"Yo he visto que se hace en dulce y además de donde yo soy, de Puebla, la gente les mete foquitos de colores.
"Pero más bien se vende porque es fruta de temporada", dice.
Con delantal azul marino de bolsas a los costados, agrega que aunque abra el local desde las 5:30 horas, la venta no sube.
"El viernes ni se vendió nada de calabaza", platica, "en mi casa quien sabe si vamos a hacer".
Mientras tanto, los muertos vienen en camino y aún no saben si podrán aspirar el platillo dulce con piloncillo para degustarlo a su regreso.
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