Esta ocasión quisiera guardar una noticia escrita por uno de mis compañeros reporteros que, desde otra trinchera, escribió acerca de un musical teatral.
Desde luego, hay un sin fin de escenas rescatables, pero me parece que él da en el clavo ante muchas de las aseveraciones que plantea al respecto.
He aprendido mucho de su escritura en otros ámbitos, de su valentía y comicidad para escribir, pero sobretodo de su observación que va más allá de los parlamentos de las obras.
Gracias por enseñarme, indirecta y directamente, un poco más acerca del periodismo.
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“Timbiriche”, con más música que guión
Es un musical en cuyo libreto abundan bromas populares adolescentes del estilo: “Diosito, si en la peda te ofendí, en la cruda me sales debiendo”
Julio Alejandro Quijano
El Universal
Jueves 13 de mayo de 2010
La obra Timbiriche es un musical donde el estribillo de la canción “Acelerar” se repite unas 10 veces en los cinco minutos iniciales. Es un musical donde la primera carcajada sucede después de media hora y no es causada por un diálogo ingenioso o una escena irónica, sino por una error técnico de Alejandro de la Madrid, quien perdió la diádema de su micrófono en la escena donde su personaje, Toño, tiene que decidir a dónde llevar a la novia Karo. Luego de batallar varios minutos con la diadema, Toño le dice a Karo: “Espérame tantito, voy a salir a pensarlo un momento”. Sale, agarra un micrófono de mano, y regresa: “Ya lo pensé, vamos al cine”.
Es un musical en cuyo libreto abundan bromas populares adolescentes del estilo: “Diosito, si en la peda te ofendí, en la cruda me sales debiendo”, que es la frase favorita de Roberto, el personaje principal interpretado por Alan Estrada.
Entre traiciones y abdominales
Los personajes mueren de nada. Ante la tumba de su esposa Claudia, Nacho le pregunta a su cuñada “¿Qué pasó?” Ella responde que quién sabe. Y luego todos se ponen a cantar “Mamá” en tono fatídico. Al final se sabe que Claudia murió de un trombosis (o un derrame, no se sabe a ciencia cierta), aunque a lo largo de la obra siempre se le vio bastante saludable y nunca se le oyó quejarse de, digamos, adormecimiento muscular.
Es un musical donde el departamento del protagonista Roberto (un soltero empedernido e irresponsable) es igual al departamento de la protagonista Mónica (una muchacha soñadora y enamorada). La escenografía está construida en páneles negros y con tres niveles de altura unidos por plataformas y escaleras. Abajo a la izquierda está el departamento de Roberto y arriba a la derecha el de Mónica. Además de su ubicación, la única diferencia es que arriba hay una lámpara de tres focos y abajo hay latas de cervezas y bolsas de frituras. La historia secundaria es la de unos amigos que son novios, se casan, tienen hijos y son felices para siempre. Fin.
Es un musical donde el conflicto principal sucede en un gimnasio. Un día llega Fabiola, la mejor amiga de Mónica, y le da de besos a Roberto, que está haciendo abdominales. Mónica llega de improviso, descubre la traición y comienza a cantar “Besos de ceniza”. Hasta ese momento, los traidores nunca habían coincidido en algún trazo escénico, por lo que nadie, excepto Fabiola, sabía que tenía ganas de besar a Roberto.
Es un musical donde las letras de las canciones suplen la ausencia de libreto y, finalmente, donde los boleteros de la entrada del teatro (que han trabajado en el Aldama desde hace varias décadas) están disfrazados con el típico traje amarillo galáctico de Timbriche.
Tímbiriche es también un musical donde Natalia Sosa demuestra un notable crecimiento vocal e interpretativo, con un manejo impecable en dicción y tono de las canciones que interpreta. Donde por primera vez en muchos años, el papel de gay (Gerry, interpretado por Sergio Catalán) no es un bufón manipulado para hacer chistes sino un personaje con cierta profundidad.
Los Cadillacs
Hace 15 años.
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