11 de junio de 2005
Por Nancy Miriam Méndez Castañeda
Alicia Alejandra, de 15 años, se prepara para caminar sobre Insurgentes Sur hacia las oficinas corporativas de Mattel. Era maquiladora de disfraces de Barbie en la planta Rubie's de México ubicada en Tepeji del Río, Hidalgo, pero fue despedida en mayo sin liquidación. En las manos porta una cartulina blanca que pregona "Soy una niña que hace disfraces para otras niñas como yo; soy una más de bastantes que le trabajan a Mattel".
Su jornada laboral era de siete de la mañana a ocho de la noche de lunes a sábado. "A veces me hacían trabajar los domingos porque les urgía el pedido. Querían que fuéramos para terminar porque todavía faltaba. Si no iba, me descontaban y me decían que me iban a dar de baja".
A Alicia le gusta estudiar, jugar, tener amigas, pero sus padres ya no pudieron pagarle la secundaria. "Me dijeron que ya no les alcanzaba, que me saliera de la escuela, pero yo no quise y mejor me metí a trabajar. En la empresa me dijeron que me iban a pagar 430 pesos, pero yo sacaba 420 ya con el tiempo extra que me quedaba, por eso a veces faltaba a la escuela".
Las patrullas detienen el tránsito que va hacia el sur. Teresita de Jesús, vestida de rosa y pantalón blanco acompaña las consignas que ya se escuchan en la calle. También tiene 15 años y en su rostro moreno se torna una actitud de seguridad y coraje: "¡No a la explotación infantil!", grita.
Su mamá está enferma del corazón y diabetes y su papá no vive con ellas. Teresita necesita trabajar para ayudar en su casa.
Su deber en Rubie's era cargar los bultos pesados de los anaqueles para pasárselos a las costureras. Trabajaba doce horas diarias, sin servicio médico, con pésimas condiciones de seguridad e higiene. "En el baño no hay papel, el comedor está sucio, hasta cucarachas nos salían ahí, además a veces nada más nos daban media hora para comer".
Los pasos de las niñas levantan un leve sonido delante de los autos que circulan en el lado contrario de la avenida. Los cláxones emiten el acostumbrado ruido del tráfico que contamina las calles de la ciudad, pero ahora se escucha más alto por la dificultad para avanzar tras la manifestación. Todo se desarrolla en calma y los transeúntes miran y escuchan con curiosidad y atención el despliegue de los trabajadores.
La señora Lydia Castillo, ex maquiladora de los disfraces para niños y adultos que se producen con la marca de Mattel, platica con voz preocupada: "nos manifestamos porque Rubie’s de México no quiere que tengamos un representante sindical, entonces nosotros elegimos el Sindicato de la CROC y no lo aceptan. Nos despidieron a 60 trabajadoras de 85 que laboraban en la empresa, nos tienen afuera y no hemos logrado nada. Trabajamos mujeres y niñas principalmente".
Doña Lydia de cuerpo delgado y cabello largo, afirma que las condiciones de trabajo de las niñas son muy malas, incluso "ya no nos dejaban tomar agua para que no perdiéramos tiempo y saliéramos mucho al baño".
En ocasiones no las dejaban salir de la fábrica hasta terminar. "Nos exigían más de la cantidad que podíamos hacer, aunque nos sintiéramos mal, como quien dice nos explotaban y si pedíamos permiso no nos lo daban, porque la producción tenía que salir y a ellos no les interesaba que nos sintiéramos mal cuando el trabajo ya les urgía. El trato era igual para todos, incluyendo las niñas".
JUEGOS CON AGUJAS
La empresa Rubie's de México, con sede en Nueva York, produce disfraces para el mercado estadounidense. Uno de sus clientes principales es Mattel, a la que se le producen marcas como "Barbie: la princesa y la plebeya", "Barbie of Swan Lake" y "Barbie Anneliese".
Teresita de Jesús, Alicia Alejandra y Janet Miranda, están entre las 15 menores de edad, de entre 13 y 16 años, que laboraban en la fábrica de Tepejí del Río, cambiando sus juegos con muñecas por los juegos con agujas para coser los disfraces que usarían niños estadounidenses.
Dada su edad, no fueron afiliadas al seguro social a pesar de la promesa de la empresa por darlas de alta.
La acumulación de cansancio en las trabajadoras ocasionaba accidentes reparados por mecánicos y secretarias. "Varias compañeras se enterraban las agujas ya del cansancio, del sueño, iban con el mecánico para que se las sacara con las pinzas del taller y no nos dejaban ir al seguro social. Luego la secretaria les echaba agua oxigenada. También uno se puede lastimar la cintura, porque son disfraces a veces muy grandes y pesados, bultos de como 60 kilos y no nos dan fajas", describe Doña Lydia.
El pegado de los moños a los vestidos para aquellos puestos considerados como "manuales" se hacían con pistolas de silicón conectadas a la corriente eléctrica que a lo largo del día se calentaban más de la cuenta en las manos de las niñas que trabajaban de pie toda la jornada.
"No les importaba que fuéramos menores de edad, nos explotaban, nos exigían bien harto", se queja Alicia. "Nos obligaban a quedarnos tiempo extra" agrega Janet Miranda, que viajaba sola hasta una hora para trasladarse de su casa a la fábrica y viceversa.
Las trabajadoras mayores exponen que hay explotación infantil por parte de la empresa, porque hacen que las niñas cambien o falsifiquen su acta de nacimiento para hacerse pasar por más grandes. Los testimonios integrados en este reportaje negaron tener que hacerlo.
"Aunque trabajo por necesidad, preferiría ir a la escuela y jugar como los demás. Quiero que la compañía acepte su responsabilidad y haga algo para mejorar nuestra situación de vida", demanda Teresita de Jesús con los ojos desvelados por el viaje, tras de la pancarta que expresa "Mattel se hace sordo y ciego cuando le conviene".
VOCES EMPRESARIALES
La respuesta por parte de Mattel y Rubie's de México ha quedado inconclusa. El abogado de Rubie's de México, Rafael Sánchez Navarro, vestido con su traje gris bien planchado, de cara seria y ojos duros aclaró "seguimos las recomendaciones tanto de la auditoria que llevó a cabo Mattel, como aquellas que en su momento haga la Secretaría del Trabajo y la Dirección de Trabajo del Estado de Hidalgo". Sin embargo, no quiso profundizar en este hecho.
Por su parte, con el sudor escurriendo en las sienes, Fernando González, vocero de Mattel, explicó que aún no se tienen datos concretos de la auditoría y aclaró que el único vínculo existente entre ambas empresas es el "pago de regalías para utilizar la imagen de Barbie en la fabricación de disfraces. No tenemos nada que ver con la comercialización de los mismos."
En este sentido, Mattel entregó una carta a los empleados inconformes, fechada el 7 de junio de 2005, en donde se precisa que al no tratarse de una planta de la productora de Barbie, en Tepejí del Río no labora personal de la empresa.
Sin embargo, pidió a su licenciataria corregir cualquier situación que pudiera representar alguna irregularidad y "se solidarizó" con los empleados de la misma, reservándose el derecho de hacer cualquier anuncio futuro en relación con el contrato de licencia de Rubie's para producir disfraces con la marca Barbie.
EL SINDICATO
En contraposición, Salim Kalkach Navarro, secretario general de la Federación de Trabajadores "Vanguardia Obrera" - miembro de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) -, aseveró que "cada vez que hay auditoría dentro de la planta esconden a las niñas que trabajan en ella".
Este hombre vestido de mezclilla café y tenis blancos, enfatizó que una de las peticiones más importantes por parte del sindicato y los empleados, luego de siete semanas sin trabajo, es que Mattel se responsabilice públicamente por las acciones de su licenciatario Rubie's de México de acuerdo con su código de conducta y lo obligue a respetar el contrato colectivo de trabajo y la legislación mexicana, en donde se establece que los menores de 16 años no pueden trabajar al día más de seis horas.
La respuesta sigue en espera.