La prensa llega por diferentes caminos y hace una rueda para escuchar las voces de los que convocan. Son sólo cuatro los integrantes de la fundación que lleva su nombre.
Omar Raúl Martínez, presidente de la organización, rememora la obra y legado del columnista mexicano, Buendía, muerto el 30 de mayo de 1984, con el fin de evitar que divulgara información sobre los vínculos de altos funcionarios de gobierno con el narcotráfico.
Son pocos los asistentes a la cita y es fácil distraerse hacia los ruidos de los numerosos niños de la calle sentados a los costados, habitando la ciudad. Algunos se acercan para mirar y se distinguen de entre la prensa.
“Cuando se atenta contra un periodista, también se están violentando los derechos de la sociedad a estar bien informada, de igual forma cuando se limita o ataca el ejercicio periodístico, se limitan y atacan las aspiraciones democráticas”, apunta el presidente de la fundación.
Las palabras zigzaguean entre aquellos que, ignoro, sepan leer los periódicos que diariamente se exhiben en los puestos y con los voceadores.
Entre ellos hay una niña, una madre, cambiando los pañales a su hijo, sobre la banca que se hospeda al lado de la Iglesia de San Juditas, muy cerca del metro Hidalgo.
Francisco Zarco, todo piedra, ha quedado atónito por el olor de agua verdosa que arrojan al lado contrario de donde están los niños. Sólo este hedor nos toca la piel a todos.
"Se debe realizar un periodismo crítico, responsable e independiente y de servicio al pueblo. La figura del periodista Manuel Buendía se ha erigido como un símbolo del ejercicio crítico de la libertad de expresión en México", indica uno de los organizadores.
Si supiera Señor Manuel, ¡cuánto hay que contar! Todo lo que yo no he visto aún. Su conmemoración no tuvo himnos, ni multitudes. Sólo gritos inertes, gente de la que hay que hablar, sin tratarse de política, ni de notas informativas. Bien halagado ha quedado usted, Señor Manuel, porque miré y sentí junto a mí a los habitantes de esta ciudad. Observé y me cayó el peso de la responsabilidad que este oficio implica. Del peligro de comunicarlo, de vivir con él. Que mejor homenaje que éste, la del sigilo de los harapos.
“Cada vez vienen menos, los convocamos a todos (la prensa), pero vienen menos” señala Clara Narváez, del Fondo Editorial de la fundación.
Atrás, miles de coches pasan y sus motores invaden el minuto de silencio que ha dado término al acto conmemorativo de su muerte, Señor Manuel Buendía.
Lunes 30 de mayo de 2005